top of page

NO MÚSICA

Salí del cuartel con el corazón latiendo de una manera impresionante, era distinto a cuando conocí a mi esposa, diferente a cuando me casé y, sin duda, no tenía parentesco al nacimiento de mi hijo. Lo sentía agrio, como morder fruta no madura.

Estos síntomas se debían a las órdenes que mi general había mencionado minutos antes…

Aunque lo único que recuerdo es mi cuerpo estremecerse y sus últimas palabras, “llegó lo que tanto anhelaban…Cazar a esos zurdos” antes de esbozar una cruel sonrisa, acompañada de aplausos, gritos e insultos de mis compañeros. No paraba de pensar en que me había alistado allí para hacer el bien, brindar seguridad y protección, no la guerra.

Llegué a casa, la angustia había desaparecido. En ese tiempo solía repetir que caminar despejaba la mente. Mi esposa, Sarah, preparaba la merienda. Luego de saludarla, subí para ver a mi pequeño Segundo. Al entrar a la habitación, la recordé, la primera regla, TODO MÚSICO U OYENTE QUE IRRUMPA CON LA TRANQUILIDAD SERÁ ELIMINADO.

Me preocupé, no quería dejar a mi niño sin María Elena Walsh, pero tampoco quería ser tomado como cobarde en el cuartel, por ese motivo dejé ese sentir atrás y algo se apoderó de mí. 

Sin pensarlo lancé el tocadiscos por la ventana, supe que estaba destruido al escuchar el espantoso ruido que provocó su impacto en el patio. Al poner mi mente en blanco, reviví, comprendí lo que acababa de pasar y la gravedad de aquella situación.

Hacía mucho que no sucedía, pero… Necesitaba una pipa.

Tocadiscos
bottom of page